Soy como el Sol que ilumina la Tierra, a lo largo de todos los tiempos.
Como la estrella que se asoma al acostarte, todas y cada una de las noches.
Como aquella gota de agua que cae imperturbable sobre la dura roca,
día tras día, hasta que al fin la perfora.
Debo persistir, porque este es el factor que determinará mi éxito.
Nunca pensaré en la derrota.
Olvidaré el significado de “incapacidad” o “fracaso”.
Y clavaré mi vista en aquellos objetivos que pretendo alcanzar,
aunque siempre me parezcan lejanos.
Porque “al final del desierto, siempre crece la hierba”
Los premios de la vida me esperan al final de cada jornada,
y no debo parar a mitad de camino porque el Éxito puede llegarme en el paso siguiente.
Y no podré verlo a menos que siempre camine hacia adelante.
(Fragmento de “El Vendedor Más Grande Del Mundo” de Og Mandino)